lunes, 28 de marzo de 2016

No basta sólo con pensarlo, hay que hacer que suceda




Señores ya no sigan diciendo "Venezuela Despierta" Ya Venezuela despertó... y está en la calle... está sufriendo, está cansada... está agotada... Lo que necesitamos es fuerza, más fuerza para sacar de raíz a quienes nos han destruido la moral y el gentilicio. Todos los días les explota en la cara una realidad que ellos (quienes nos gobiernan) se niegan a aceptar.

 Hoy día, los únicos que apoyan este régimen delincuente, son sólo aquellos pocos que aún sueñan con la posibilidad de seguir robando y enriqueciéndose a costa de la destrucción del país.
Afortunadamente YA VENEZUELA DESPERTÓ, está dispuesta y poniendo todo el empeño posible para cambiar su realidad actual, y no hay tirano alguno que pueda sostener lo que viene... La caída de este régimen delincuente es inminente. Aunque parezca imposible, estamos viviendo los últimos tiempos de esta revolución del hambre y del desasosiego.

Todos unidos, estudiantes, gremios, empresarios, profesionales, comerciantes, amas de casa, niños jóvenes, adultos, medios de comunicación... todos en un solo bloque... una sola fuerza, ya lo estamos logrando, el régimen está débil, ¡Muy débil! pero tiene muchos tentáculos y por eso da la sensación de que sigue con fuerzas.

Es evidente que ya no hay recursos, sus aliados están cayendo como piezas de dominó, no hay apoyo popular, su discurso ya no mueve, la inercia de Chávez se detuvo, sin embargo, el régimen delincuente pretende seguir aparentando una firmeza que claramente es irreal, para tratar de debilitar el ánimo de quienes lo adversan. Esa es la única arma que les queda... LA APARIENCIA. Tonto sería permitir que debiliten nuestra fuerza con una espada de fieltro mal disfrazada de sable.

Y si es que aún quedan algunos ingenuos que siguen creyendo en el "Socialismo del Siglo XXI", les dejo este pequeño concepto del filósofo y humanista argentino Mario Bunge:

    "La igualdad no sirve si no hay libertad. La finalidad de cualquier régimen es la realización del individuo. Eso requiere una sociedad meritocrática, que reconozca el valor del esfuerzo y el mérito individual. Sin que eso dé derecho a privilegios".

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