Todos somos importantes, la necesidad de lograr una victoria democrática para Venezuela, es de todos. Sin embargo, algo estamos haciendo mal que no nos ha permitido derrotar al enemigo, aun cuando éste está completamente débil, económica y diplomáticamente.
Los guerreros a la batalla, los intelectuales a la estrategia... y todos a respetarnos |
Según mi modo de ver,
respetando la opinión de otras personas, el problema está en que si cada grupo de
venezolanos que quiere el cambio, decide ir por un camino distinto, incluso en
perjuicio de otros que también quieren el cambio democrático, el esfuerzo se
convierte en una lucha a ciegas y estéril que finalmente conlleva a la decepción
y a la desmovilización… porque si no existe una verdadera organización, y un
engranaje real entre cada una de las fuerzas, las personas comunes, o sea, los
que usualmente no participan, no se verán motivados a coadyuvar en nada. Es importante
que existan diferentes maneras de hacer las cosas, que persigan el mismo fin,
con el objeto de que cada quien según, según su personalidad, su nivel
académico, su ideología, su profesión u oficio, sienta la posibilidad real de
participar, es decir, que las llamadas “personas de a pie”, el ciudadano común,
perciba que desde su entorno puede contribuir, sin necesidad de enfrentar
violentamente a un funcionario militar o un motorizado armado afecto al
gobierno.
Esto no quiere decir
que otros no lo puedan hacer. Es importante que cada quien desde sus
posibilidades sienta que su contribución vale mucho. Los guerreros a la
batalla, los intelectuales a la estrategia, como dice un pequeño fragmento del
libro El Arte de La Guerra: “El
valiente puede luchar, el cuidadoso puede hacer de centinela, y el inteligente
puede estudiar, analizar y comunicar, cada uno es útil a su modo y según sus
capacidades”.
Es aquí donde vale la
pena leer aquella famosa fábula del colibrí que dice:
Aquel día hubo un
gran incendio en la selva. Todos los animales huían despavoridos. En mitad de
la confusión, un pequeño colibrí empezó a volar en dirección contraria a todos
los demás. Los leones, las jirafas, los elefantes… todos miraban al colibrí asombrados,
pensando qué demonios hacía yendo hacia el fuego. Hasta que uno de los
animales, por fín, le preguntó: “¿Dónde vas? ¿Estás loco? Tenemos que huir del
fuego”. El colibrí le contestó: “En medio de la selva hay un lago, recojo un
poco de agua con mi pico y ayudo a apagar el incendio”. Asombrado, el otro
animal sólo pudo decirle “Estás loco, no va a servir para nada. Tú solo no
podrás apagarlo”.
Y el colibrí, seguro
de sí mismo, respondió:
“Es posible, pero yo
cumplo con mi parte.”
Si cada uno de
nosotros cumplimos con nuestra parte… aunque sea la de dar el ejemplo, los
logros son infinitos, hagamos la prueba.
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