lunes, 7 de marzo de 2011

La Patología del Poder

Cuando el poder del amor
sea mayor que el amor al poder,
el mundo conocerá la paz (Jimmy Hendrix)


Por: José Ignacio Moreno
Un análisis exhaustivo que hacen algunos especialistas en el área de la Psiquiatría, sobre la actitud que mantiene el líder de la Revolución libia Muammar Al Gaddafi, ante la profunda crisis que embarga la nación del norte de África, marca cierta similitud que pudiesen tener los encarnizados líderes de la Revolución en otras latitudes, incluso bastante alejadas del medio Oriente.

Según el reporte publicado en la página 13 de la revista Zeta, en su edición número 1794 (Del 4 al 10 de Marzo de 2011) Jesús de la Gándara, Jefe del servicio de Psiquiatría del Complejo Asistencial de Burgos, indica que “el líder libio presenta un cuadro claramente patológico, un estado paranoicos que le hace incapaz de aceptar cualquier crítica o duda sobre su persona”. Para José Cabrera, Psiquiatra Forense, escritor del libro “La salud mental y los políticos”, Gaddafi está convencido de que tiene la razón y es el resto el que está equivocado. Piensa que es un complot y que los sublevados lo hacen por odio y rencor hacia su persona”.

Gándara destaca, en su análisis sobre Gaddafi, que no se trata sólo de un paranoico, sino de un paranoico con éxito y poder. “Estas personalidades, viven con un temor constante” (hablando de quienes sufren de paranoia) El líder de la revolución libia – refiere Gándara – sufre de manía persecutoria, es desconfiado y suspicaz con todos los que lo rodean. Piensa que le quieren matar y que sus enemigos intentarán acabar con él en cualquier lugar.

Por lo general, los líderes de la revolución que en la actualidad se encuentran esparcidos por el planeta, en una ínfima cantidad de países del mundo, son autoproclamados libertadores, incluso hasta llegar a compararse a sí mismos, con indiscutibles héroes históricos de la región o del estado que gobiernan bien sea por elección popular o por golpes militares.

Están convencidos de que después de ellos no hay nada y que si alguien osa a pensar distinto a eso, hay que castigarlos por apátridas, porque están influenciados por potencias extranjeras. Muchos de sus seguidores están convencidos de que eso es así, otros no tanto, pero se mantienen en silencio por temor al castigo o a perder la sustanciosa cantidad que le corresponde por el simple hecho de existir.

Sin embargo, tarde o temprano el pueblo gobernado por este líder se levanta, simplemente para exigir esa igualdad social tan anhelada y que no han podido palpar fuera del utópico discurso gubernamental. Un discurso con una alta carga de proyectos y promesas que de llegarse a concretar, el país sería realmente lo que todos sus habitantes sueñan. Pero no, ese discurso de igualdad funciona únicamente para calmar las masas y convencerlos de que ser rico es malo y que todas las riquezas y posesiones del líder, no son más que inventos de los apátridas contrarrevolucionarios que desean matarlo para acabar con la república prometida.

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