Mientras no haya autoridades que enseñen un buen comportamiento… no habrá pueblo que cumpla con la norma.
Sin
ánimos de justificar la irresponsabilidad de algunos conductores que de manera
temeraria, manejan infringiendo todo tipo de normas de tránsito... ni mucho
menos aprobar que existan algunos que lo hacen sin documentos para conducir, me
detengo a pensar en los actos que traen como consecuencia esas acciones.
Son
muchos en realidad, pero hay uno en particular que me llama poderosamente la atención
y es aquel que proviene de la actuación y el comportamiento de la
autoridad, la autoridad policial.
Hay
funcionarios que al parecer nunca en su vida han escuchado la frase "la
lay entra por casa" una expresión muy trillada que la hemos escuchado
desde niños, pero que lamentablemente no se aplica.
Cuando
un ciudadano común observa a un "agente del orden público” o a un oficial
de policía, que se come la luz, que da vuelta en “U” en lugares prohibidos, que
va hablando por teléfono mientras conduce, o un policía motorizado sin casco...
o una patrulla con el vidrio roto... enseguida disminuye el respeto por la autoridad.
La
conducta de un policía debe ser impecable, disciplinada, intachable... que enseñe
a los ciudadanos cómo debe comportarse ante la sociedad. De lo contrario no hay
respeto...
Ya
lo decía el conocido Doctor de la Gracia San Agustín: “Obedeced más al que
enseña que al que manda”.
Mientras
no haya autoridades que enseñen un buen comportamiento… no habrá pueblo que
cumpla con la norma.
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